Una de las áreas culturales prehistóricas más curiosas de toda Europa es la que se extiende por los
Balcanes hasta más allá de la costa norte del
Mar Negro, donde se desarrolló desde el VII milenio a.n.e. un conjunto de pueblos y culturas
neolíticas que alcanzaron un alto grado de refinamiento, como la de
Vinça,
Dímini,
Cucuteni o
Hamangia, alcanzando su máximo apogeo hacia el Vº milenio a.n.e. y perviviendo a través del
Calcolítico hasta finales de la
Edad del Bronce. Estas culturas ocuparon lo que hoy día es
Rumanía, Bulgaria, Grecia,
Macedonia y
Serbia, y se extendieron por áreas aledañas como
Moldavia o
Ucrania
Por desgracia, tradicionalmente el academicismo arqueológico de Europa Occidental ha estado mirando hacia un Oriente más lejano que el europeo, de modo que, por razones políticas, la historia y prehistoria de los países de la Europa del Este han estado siempre marginadas en los manuales escolares. Así, durante el siglo XIX franceses e ingleses se encargaron de explorar
Mesopotamia,
Irán, la
India o
Egipto, ignorando las inconmensurables
sorpresas que escondía el este de nuestro propio continente. Y en el siglo XX más aún, ya que estas áreas se incluían en las
repúblicas socialistas del
bloque soviético, por lo que, definitivamente, desaparecieron de los currículos académicos.
Por fortuna, desde hace 25 años a esta parte (desde la
caída del Muro), se están redescubriendo estas culturas, mostrando al mundo sorpresas como el hecho de que sea en esta área donde se ha encontrado lo que
pudiera ser la escritura más antigua del mundo, la
Escritura de Vinça (de la que se han encontrado inscripciones en varios soportes, como las
Tablas de Tartaria -en arcilla-, la
Tabla de Dispilio - en madera- o la
Tablas de Gradeshnitsa), o permitiéndonos disfrutar de unas cerámicas sorprendentes, tanto en el repertorio decorativo de la
cerámica utilitaria (por ejemplo, en los vasos pintados de la
Cultura de Cucuteni) como en la estilización y concepción expresionista de la cerámica simbólica.
Es en este último apartado donde aparecen piezas exquisitas y de apariencia totalmente moderna, como el
Ganditorul (Pensador) de
Hamangia o la
Dama de Vinča.
Tan sorprendente es la modernidad de estos pueblos, su adelanto con respecto a las culturas de
Oriente Próximo y su coincidencia estética con otras culturas que se desarrollaron incluso posteriormente (como la
sumeria), que decenas de
conspiranoicos han especulado que culturas como la
Vinça tuvieron relaciones
con culturas extrarrestes, como corroborarían sus
típicas esculturas en terracota, que mostrarían no idolillos expresionistas del tipo de los encontrados en
Sumer o
Mohenjo Daro, sino retratos de
seres de otros mundos.
Sea como fuere, por morbo o por curiosidad académica, se trata de mundos que no nos podemos perder, sobre todo por su cercanía geográfica y por interés científico. Y si, de paso, encontramos pistas sobre los
Klingon, pues mejor.
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