Estamos viendo en clase, en
Fundamentos del Arte II, tanto las manifestaciones artísticas como la simbología de los regímenes totalitarios.
En el caso de los regímenes
fascistas es interesante sacar del baúl del olvido algunos símbolos cuya memoria se debiera recuperar y refrescar. Porque la gente conoce, en general, los
símbolos fascistas más comunes (que muchos descerebrados se encargan de pintar en las paredes de nuestras ciudades de vez en cuando), como la
esvástica o el
fasces italiano, pero hay otros que se crearon para humillar a colectivos humanos y que se han convertido, con el tiempo, en seña de identidad o en motivo de orgullo.
De hecho, los campos de exterminio nazis eran
tan eficientes para cumplir su tarea que cada grupo estaba bien identificado con un
sistema de símbolos: los judíos, en general, llevaban cosido un triángulo invertido amarillo, los
gitanos (de los cuáles fueron
exterminados alrededor de medio millón de personas) lucían un
triángulo marrón invertido, los
Testigos de Jehová uno morado, los presos políticos uno
rojo, etc. El
triángulo negro estaba reservado a las personas con
conducta aberrante, como anarquistas, lesbianas, drogadictos, retrasados mentales, etc. Cuando, además, la persona afectada era judía, este triángulo se superponía a otro amarillo, resultando así una
estrella de David.
Quizás el más conocido de todos ellos es el
triángulo rosa invertido, ya que a partir de los años 70 del pasado siglo se convirtió en uno de los símbolos del movimiento LGTBI, aunque hoy día goza de mayor popularidad la
bandera arcoiris.
El más desconocido de estos símbolos es el que afectó a los
presos españoles antifascistas en los campos de exterminio nazis. Se calcula que solo en
Mauthausen, que era conocido como el
campo de los españoles, pasaron más de 7000. Por lo general, los presos españoles llevaban un
triángulo rojo con una
S (inicial de
Spanier,
español en alemán), pero en
Mauthausen lo llevaban azul, ya que, siguiendo las instrucciones del
general Franco, estos presos no podían considerarse
españoles, sino
apátridas. Hoy día, muchos antifascistas siguen luciendo con orgullo este distintivo que, paradójicamente, recuerda al
emblema de Superman.

Si queréis investigar sobre el tema, podéis leer el libro del escritor, historiador y arqueólogo
Bienvenido Maquedano titulado
El largo viaje de un triángulo azul,
donde explica el periplo vital de su abuelo, Hipólito Maquedano, luchador antifranquista de El Puente del Arzobispo, uno de los españoles que murió en el campo de exterminio nazi de Gusen.