miércoles, 6 de enero de 2016

Baltasar, el rey blanco

Las fechas navideñas son dadas a morriña, nostalgia y tradición. Y nada hay tan entrañable como los Reyes Magos, que llenan de alegría a chicos y grandes y nos hacen, por un día, cómplices de ese mundo mágico que es la infancia.

Sin embargo, aunque pudiera parecer que esta tradición centenaria no ha cambiado a través del tiempo, basta una somera vista atrás para comprobar, con asombro, que el mito de los Reyes Magos ha ido cambiando y mutando con el tiempo y las ideologías políticas imperantes, de

manera que quienes critican la decisión del alcalde de Valencia (Joan Ribó) de sustituir los Reyes Magos por las Reinas Magas apelando a la tradición, bien podrían contar hasta diez antes de reivindicar una tradición que ha ido cambiando con los tiempos.
La primera sorpresa que nos encontramos es que, en su origen, los Magos de Oriente ni eran tres, ni eran reyes, ni sus nombres eran los que usamos en Occidente. De hecho, la única fuente cristiana oficial que los menciona es el Evangelio de Mateo (cap. 2), y se refiere a ellos como "unos magos", sin especificar ni su número ni su condición.
Se cree que se estableció el número de tres no tanto por los regalos que aparecen mencionados en dicho libro (oro, incienso y mirra, que podrían haber sido entregados por tres, cuatro, doce o 20 magos) como por la simbología trinitaria cristiana (Padre, Hijo y Espíritu Santo) o al origen de la Humanidad (las tres tribus descendientes de Sem, Kam y Jafet, los hijos de Noé).
En las primeras representaciones plásticas en las que aparecen los Magos de Oriente, suelen aparecer con un gorro frigio, un tocado cargado de simbología (era el gorro que usaban los libertos en Roma, por lo que se convirtió en el siglo XIX en el emblema de la Revolución), ya que era usado también por los sacerdotes zoroástricos y los del culto a Mitra, una religión que competía directamente con el cristianismo en los primeros siglos de nuestra era, por lo que se escenificaba el triunfo de Cristo sobre Mitra.
Mitra tauróctono, escultura romana del siglo II d.n.e. Se aprecia el gorro frigio que usa como tocado
En las catacumbas de Domitila, en Roma (siglo III) aparecen cuatro, tocados con el gorro frigio, y en los mosaicos de la iglesia bizantina de San Apolinar Nuevo (del siglo VI), en Rávena, aparecen también con el gorro frigio y pantalón persa.
Mosaico de San apolinar Nuevo, en Rávena, del siglo VI d.n.e., mostrando a un Baltasar blanco y vestido a la persa, con gorro frigio.
Ya en la Edad Media, los gorros frigios fueron desapareciendo y junto al calificativo de magos apareció el de reyes, ya que por entonces la magia se consideraba como fruto de connivencia diabólica. Por ello nos encontramos ya a la tríada de reyes coronados en multitud de obras del románico (como en los frescos de la iglesia de Santa María de Taüll (siglo XII) o en el frontal de altar de Sant Vicenç d'Espinelves (siglo XII).
Fresco de la Iglesia de Sª Mª de Taüll. En la esquina superior derecha aparece el ya rey Baltasar, aún blanco.
En el gótico ya empieza a aparecer Baltasar con la tez más oscura, pero con las facciones más bien morunas, árabes, más que subsaharianas. Es posible que este cambio se deba a que por entonces el mayor enemigo de la cristiandad era el Islam, por lo que un rey musulmán rendido a los pies de Jesucristo era bienvenido en el mundo cristiano. Se puede apreciar este cambio en pinturas como las de Van der Weyden o, hacia la misma época (siglo XV), en las pinturas renacentistas, como es el caso de la adoración de los magos de Benozzo Gozzoli, donde aparece un Baltasar a la mora.
Baltasar representado como un rey moro en la Capilla de los Magos del Palacio Medici-Ricardi de Florencia, pintado por Benozzo Gozzoli
Será en el barroco cuando Baltasar hará el cambio inverso a Michael Jackson y se transmute en negro para siempre jamás, como se puede comprobar en la archifamosa Adoración de los Magos de Rubens (siglo XVII), aunque conservará el tocado árabe. El Baltasar negro se popularizó a través de la costumbre de construir belenes que se extendió por la Europa católica desde el siglo XVIII, sobre todo los de tradición napolitana.
Típica escena de un abigarrado belén napolitano, donde se muestra el séquito africano de Baltasar, aunque conservando aún los turbantes de origen musulmán.
Por tanto, si comprobamos que hasta las más arraigadas tradiciones son mutables, ¿a qué tanto estrépito con las Reinas Magas? Curioso país el nuestro, donde en vez de buscar soluciones a la crisis económica somos capaces de discutir por el sexo y el apellido del Ratoncito Pérez. Porque como alguien diga que en realidad era una musaraña se las verá conmigo.
En fin.

3 comentarios:

  1. Hola, Jesús, soy Ricardo Zamorano, un exalumno tuyo de la escuela de Arte de Toledo. He leído este repaso de la historia de los Reyes Magos, pero no un repaso como cualquier otro, sino con tu marca, una marca amena, un y tanto divertida en algunos puntos como en el caso de Michael Jackson, como los apuntes que creabas (y seguiras creando) para tus alumnos, unos apuntes de historia explicados con ese toque que hacía que estudiarlos no fuera complicado. En cuanto a mi opinión sobre lo de las "Reyas Magas", bueno, no es tanto que me importe por la tradición (entiendo que han cambiado y por tanto pueden seguir haciéndolo), sino por los niños que aún creen en ellos. ¿Qué pensarán o pensaron cuando las vieron? ¿Perderían la ilusión? ¿Dejarían de creer...? Un saludo, Jesús. Te mando recuerdos... si me recuerdas.

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    Respuestas
    1. A quienes os ha tocado el honor (alfabéticamente hablando) de ser "el último de la lista" en clase, se os recuerda con especial cariño, je, je!
      Sí que es cierto lo de lxs niñxs, pero en un mundo lleno de magia no creo que ningunx de ellxs se sorprendiera al ver cómo mágicamente los reyes se transforman en reinas, de la misma manera que lxs niñxs españolxs ven las pelis del "hada de los dientes" anglosajona sin poner en duda ni un segundo que quien les deja la moneda o los regalos es el Ratoncito Pérez en persona. En mi opinión, en algunos temas, como el machismo, a veces se hace necesario ser audaz y dar esos pasos.
      Un abrazote.

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