Sin embargo, aunque pudiera parecer que esta tradición centenaria no ha cambiado a través del tiempo, basta una somera vista atrás para comprobar, con asombro, que el mito de los Reyes Magos ha ido cambiando y mutando con el tiempo y las ideologías políticas imperantes, de
manera que quienes critican la decisión del alcalde de Valencia (Joan Ribó) de sustituir los Reyes Magos por las Reinas Magas apelando a la tradición, bien podrían contar hasta diez antes de reivindicar una tradición que ha ido cambiando con los tiempos.
La primera sorpresa que nos encontramos es que, en su origen, los Magos de Oriente ni eran tres, ni eran reyes, ni sus nombres eran los que usamos en Occidente. De hecho, la única fuente cristiana oficial que los menciona es el Evangelio de Mateo (cap. 2), y se refiere a ellos como "unos magos", sin especificar ni su número ni su condición.
Se cree que se estableció el número de tres no tanto por los regalos que aparecen mencionados en dicho libro (oro, incienso y mirra, que podrían haber sido entregados por tres, cuatro, doce o 20 magos) como por la simbología trinitaria cristiana (Padre, Hijo y Espíritu Santo) o al origen de la Humanidad (las tres tribus descendientes de Sem, Kam y Jafet, los hijos de Noé).
En las primeras representaciones plásticas en las que aparecen los Magos de Oriente, suelen aparecer con un gorro frigio, un tocado cargado de simbología (era el gorro que usaban los libertos en Roma, por lo que se convirtió en el siglo XIX en el emblema de la Revolución), ya que era usado también por los sacerdotes zoroástricos y los del culto a Mitra, una religión que competía directamente con el cristianismo en los primeros siglos de nuestra era, por lo que se escenificaba el triunfo de Cristo sobre Mitra.
Mitra tauróctono, escultura romana del siglo II d.n.e. Se aprecia el gorro frigio que usa como tocado |
Mosaico de San apolinar Nuevo, en Rávena, del siglo VI d.n.e., mostrando a un Baltasar blanco y vestido a la persa, con gorro frigio. |
Fresco de la Iglesia de Sª Mª de Taüll. En la esquina superior derecha aparece el ya rey Baltasar, aún blanco. |
Baltasar representado como un rey moro en la Capilla de los Magos del Palacio Medici-Ricardi de Florencia, pintado por Benozzo Gozzoli |
Típica escena de un abigarrado belén napolitano, donde se muestra el séquito africano de Baltasar, aunque conservando aún los turbantes de origen musulmán. |
En fin.
Hola, Jesús, soy Ricardo Zamorano, un exalumno tuyo de la escuela de Arte de Toledo. He leído este repaso de la historia de los Reyes Magos, pero no un repaso como cualquier otro, sino con tu marca, una marca amena, un y tanto divertida en algunos puntos como en el caso de Michael Jackson, como los apuntes que creabas (y seguiras creando) para tus alumnos, unos apuntes de historia explicados con ese toque que hacía que estudiarlos no fuera complicado. En cuanto a mi opinión sobre lo de las "Reyas Magas", bueno, no es tanto que me importe por la tradición (entiendo que han cambiado y por tanto pueden seguir haciéndolo), sino por los niños que aún creen en ellos. ¿Qué pensarán o pensaron cuando las vieron? ¿Perderían la ilusión? ¿Dejarían de creer...? Un saludo, Jesús. Te mando recuerdos... si me recuerdas.
ResponderEliminarA quienes os ha tocado el honor (alfabéticamente hablando) de ser "el último de la lista" en clase, se os recuerda con especial cariño, je, je!
EliminarSí que es cierto lo de lxs niñxs, pero en un mundo lleno de magia no creo que ningunx de ellxs se sorprendiera al ver cómo mágicamente los reyes se transforman en reinas, de la misma manera que lxs niñxs españolxs ven las pelis del "hada de los dientes" anglosajona sin poner en duda ni un segundo que quien les deja la moneda o los regalos es el Ratoncito Pérez en persona. En mi opinión, en algunos temas, como el machismo, a veces se hace necesario ser audaz y dar esos pasos.
Un abrazote.
ME ENCANTA, SEÑOR PADRE.
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