domingo, 13 de marzo de 2011
¡Pucherazo!
Algunas palabras y expresiones coloquiales pasan a ser patrimonio popular sin conocer su origen. Una de ellas es "pucherazo".
Cuando Cánovas y Sagasta pusieron en marcha el sistema del Turno Pacífico, pilar de la Restauración, uno de los requisitos fundamentales era el amañamiento de las elecciones para que en las Cortes hubiera una holgada mayoría que apoyara al gobierno.
El sistema era el siguiente:
1º El rey disolvía las Cortes y nombraba un nuevo gobierno.
2º El Ministro de la Gobernación convocaba nuevas elecciones y se reunía con los líderes de los partidos dinásticos: el Conservador y el Liberal.
3º Ambos partidos, mediante el procedimiento del encasillado, decidían qué candidato ganaría en cada una de las circunscripciones electorales, que estaban también amañadas (por ejemplo, una circunscripción rural con 5000 habitantes podía elegir los mismos diputados que una ciudad con un millón).
4º Cuando se hacía el recuento de votos, se amañaba el resultado de manera que siempre ganara el candidato prefijado.
Esto último era lo más problemático. Normalmente no era necesario hacer nada, ya que los caciques locales o comarcales ya se encargaban de presionar al electorado (repartiendo votos a las puertas de los lugares de votación, comprando votos con favores, etc.), pero a veces sí que era necesario manipular las votaciones.
Lo más corriente era sacar las papeletas de votación de la urna e introducir en ella nuevas papeletas... con el nombre del candidato decidido de antemano, claro.
Estos votos se guardaban en un puchero, de ahí la expesión.
La cosa era tan esperpéntica que a veces se reflejaba en las actas que había votado gente que había fallecido semanas antes (llamados, jocosamente, lázaros, porque habían resucitado para votar) , o que había estado ausente, etc.
En los casos más extremos se destruían las actas electorales.
Esta forma de actuar no era exclusiva de España, sino que se daba en la época en la mayoría de países occidentales, desde los EEUU hasta la Alemania de Bismarck. De hecho, Cánovas copió el sistema del Turnismo del caso inglés, donde también se turnaban en el poder los partidos Liberal (Whig) y los Conservador (Tory) con parecidos procedimientos fraudulentos, como los llamados burgos podridos.
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