lunes, 10 de enero de 2011

El Requerimiento. Una treta para el sometimiento de los indígenas americanos.


Cuando se produjo el Descubrimiento de América de 1492, la política de la Monarquía Hispánica empieza a sufrir un enorme giro. Entre otras cosas, se prepara para ser un reino fuerte y poderoso gracias a las riquezas que podía obtener del Nuevo Mundo. Para ello, era necesario establecer mecanismos de sometimiento de la población indígena americana. Uno de ellos fue la aculturación en forma de evangelización forzosa. El Requerimiento no es más que una manifestación de este proceso, se trataba de la lectura pública en los poblados indios de textos referentes a la obediencia debida a sus nuevos señores, los reyes hispanos, y la aceptación de la verdadera fe. Si este requerimiento recibía algún tipo de rechazo, significaba que se convertían automáticamente en enemigos de la Corona y de Dios, lo que suponía el derecho de los conquistadores de masacrar a los rebeldes y esclavizar a los supervivientes. Así era el siglo XVI, un tiempo en el que se cruzó el espíritu medieval caballeresco con los conceptos modernos del dominio del comercio y de los mares. En fin, aquí os dejo una reproducción de un "Requerimiento" de los primeros años de dicho siglo:

De parte del muy alto e muy poderoso y muy católico defensor de la Iglesia, siempre vencedor y nunca vencido, el gran rey don Hernando el Quinto de las Españas, de las dos Çicilias, de Iherusalem y de las Islas e Tierra Firme del mar Océano, etcétera, domador de las gentes bárbaras, y de la muy alta y muy poderosa señora la reina Doña Juana, su muy cara e muy amada hija, nuestros señores, Yo, Pedrarias Dávila, su criado, mensajero y capitán, vos notifico y hago saber como mejor puedo:

Que Dios Nuestro Señor, uno y eterno, crió el cielo y la tierra y un hombre y una mujer, de quien nosotros y vosotros y todos los hombres del mundo fueron y son descendientes y procreados, y todos los que después de nosotros vinieren; mas, por la muchedumbre de la generación que destos ha sucedido desde cinco mill y más años que el mundo fué criado, fué necesario que los unos hombres fuesen por una parte y otros por otra, y se dividiesen por muchos reinos e provincias, que en una sola no se podían sostener ni conservar.

De todas estas gentes Nuestro Señor dió cargo a uno, que fué llamado San Pedro, para que de todos los honbres del mundo fuese señor e superior, a quien todos ovedeciesen, y fuese cabeça de todo el linaje umano donde quiera que los honbres viviesen y estubiesen, y en cualquier ley, seta o creencia y dióle a todo el mundo por su reino, señorío y jurisdicción. Y como quier que le mandó que pusiese su silla en Roma, como en lugar más aparejado para regir el mundo, mas tanbién le permitió que pudiese estar y poner su silla en cualquier otra parte del mundo y juzgar y governar a todas las gentes, christianos, moros, judíos, gentiles, y de qualquier otra seta o creencia que fuesen. A este llamaron Papa, que quiere decir admirable, mayor, padre y goardador, porque es padre y governador de todos los hombres. A este San Pedro obedescieron y tomaron por señor, rey y superior del universo los que en aquel tiempo vivían, y ansímismo an tenido todos los otros que después dél fueron al pontificado heligidos; ansi se ha continuado hasta agora y se continuará hasta que el mundo se acabe.

Uno de los Pontífices passados que en lugar deste sucedió en aquella silla e dignidad que he dicho, como señor del mundo, hizo donación destas Islas y Tierra Firme del mar Océano a los dichos Rey e Reyna y a sus subcessores en estos reinos, nuestros Señores, con todo lo que en ellas ay, segund se contiene en ciertas escripturas que sobre ello pasaron, segund dicho es que podeis ver si quisiérdes. Ansi que Sus Altezas son reyes y señores destas Islas e Tierra firme por virtud de la dicha donación; y como a tales reyes y señores, algunas islas más, y casi todas a quien esto ha seído notificado, han recibido a Sus Altezas y les han obedescido y servido y sirven como súbditos lo deven hazer; y con buena voluntad y sin ninguna resistencia, luego sin dilación como fueron informados de lo susodicho, obedecieron y recibieron los varones religiosos que sus Altezas les enbiaban para que les predicasen y enseñasen nuestra Santa Fee, y todos ellos de su libre agradable voluntad, sin premia ni condición alguna, se tornaron christianos, y lo son, y Sus Altezas los recibieron alegre y benignamente, y ansi los mandó tratar como a los otros sus súbditos y vasallos, y vosotros sois tenidos y obligados a hazer lo mismo.

Por ende, como mejor puedo vos ruego y requiero que entendais bien ésto que os he dicho, y tomeis para entenderlo y deliberar sobre ello el tienpo que fuere justo, y reconoscais a la Iglesia por señora y superiora del universo mundo y al Sumo Pontífice, llamado Papa, en su nombre, y al Rey y a la Reina, nuestros señores, en su lugar, como superiores e señores y reyes desas Islas y Tierra Firme, por virtud de la dicha donación, y consintais y deis lugar que estos padres religiosos vos declaren y prediquen lo suso dicho. Si ansi lo hicierdes, haréis bien y aquello a que sois tenidos y obligados, y Sus Altezas, y yo en su nombre, vos recibirán con todo amor y caridad, y vos dexarán vuestras mugeres, hijos y haziendas libres, sin servidumbre, para que dellas y de vosotros hagais libremente todo lo que quisierdes e por bien tubierdes, y no vos compelerán a que vos torneis christianos, salvo si vosotros, informados de la verdad, os quisierdes convertir a nuestra santa Fee católica, como lo han hecho casi todos los vecinos de las otras islas, y allende desto, Su Alteza vos dará muchos previlejos y esenciones y vos hará muchas mercedes. Si no lo hiciérdes, o en ello dilación maliciosamente pusierdes, certificoos que con el ayuda de Dios yo entraré poderosamente contra vosotros y vos haré guerra por todas las partes y maneras que yo pudiere, y vos subjetaré al yugo y obidiencia de la Iglesia y de Sus Altezas, y tomaré vuestras personas y de vuestras mugeres e hijos y los haré esclavos, y como tales los venderé y disporné dellos como Su Alteza mandare, y vos tomaré vuestros bienes, y vos haré todos los males e daños que pudiere, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen. Y protesto que las muertes y daños que dello se recrecieren sea a vuestra culpa, y no de Sus Altezas, ni mia, ni destos cavalleros que conmigo vinieron. Y de cómo lo digo y requiero, pido al presente escribano que me lo dé por testimonio sinado, y a los presentes ruego que dello sean testigos.

1 comentario:

  1. Horripilante. De todos modos dudo de que siguieran siempre el protocolo de leer el requerimiento antes de considerarlos enemigos, yo creo que no eran tan “corteses“ sino que violaban y saqueaban y mataban a todo el que se resistiera a ser sometido, sin mediar palabra (ni que contaran con intérpretes desde el principio). Los colonizadores eran unos verdaderos salvajes sanguinarios, y se escudaron en la falsa idea de que aquellos pueblos eran primitivos, como todavía muchos siguen pensando ahora, lo cual ha sido y es promovido oficialmente por los medios, desde los films indios-cowboys hasta Apocalipto, pasando por la enseñanza oficial.
    Se agradece inmensamente que hayan profesores como tú, que investigan a fondo de modo personal para colocar a las culturas de América en el lugar de respeto que merecen.

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