Esta semana hemos estado confeccionando
peplos en clase de
Fundamentos del Arte I. Hemos desempolvado nuestras
barbies, nuestros
action man y nuestras
brazz y nos hemos dedicado a vestir a nuestras muñecas favoritas a la
moda griega.
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Barbie con peplo dórico elaborado en clase de Fundamentos del arte I. Foto de Clara Arenas |
El objetivo era confeccionar un
peplo griego en sus dos versiones: el
peplo dórico (con pliegue sobre el torso cayendo con vuelo, llamado
colpos) y el
jónico, más liviano; y, si nos quedaba tiempo, un
himatión y una
clámide. El
peplo es una prenda que define tanto la vestimenta griega que incluso las
pelis basadas en la historia y los mitos griegos se llaman género
de péplum.
La
indumentaria griega era sencilla y versátil, porque casi nunca se cosían las prendas, sino que consistían,
generalmente, en piezas rectangulares de tela que se ceñían al cuerpo mediante cinturones y
prendedores o fíbulas. Aunque en clase hemos utilizado tela blanca de algodón, en Grecia se
solían usar otros tejidos, sobre todo la lana, y, según el poder adquisitivo de cada cual, también se usaba el lino, el algodón (que llegaba con cuentagotas desde Oriente) u otros tejidos exóticos, como el
biso, elaborado con
barbas de unos moluscos muy parecidos a los mejillones llamados
nacras, endémicos del mar
Tirreno. La seda ya se importaba de China desde el siglo II a.n.e., aunque
costaba un riñón.
Ya hemos visto en
Historia de la Imagen Publicitaria que el
color juega un importante papel en las sociedades del mundo antiguo, ya que los tintes eran productos de lujo que solo podían permitirse las personas más ricas. Las personas más pobres, por ejemplo, usaban lana sin teñir, y según se iba ascendiendo en el escalafón social las prendas ganaban en color y viveza. De hecho, las
esculturas griegas mostraban este colorido con gran fastuosidad, ya que aunque hoy día estas han perdido la policromía,
en su día lucían unos colores vibrantes y
mostraban tejidos multicolores de gran viveza, denotando con ello riqueza y poder. En clase nos hemos conformado con añadir unos adornos en forma de cenefa con motivos geométricos, lo que se suele denominar con propiedad una
greca.
Es curioso comprobar cómo estas prendas siguen pareciéndonos elegantes pese a su sencillez, ya que se trata, en esencia, de simples trozos de tela plegados de diferentes formas. Una propuesta interesante para cuando queramos elaborar un buen disfraz o queramos asistir a una ceremonia
estirada y no tengamos nada que ponernos: sábana del ajuar de la abuela plegada de manera inteligente, alfileres, cinturón y
punto pelota: a fascinar.
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