sábado, 15 de octubre de 2011
Talavera- Toledo: rivalidad histórica
La historia de la relación entre Talavera de la Reina y Toledo ha sido siempre de amor y desamor.
Por una parte, los toledanos siempre han sentido cierto orgullo por tener una ciudad tan grande en el territorio provincial, pero a la vez envidia, porque hasta hace pocas fechas la población talaverana era mucho mayor.
Por otra parte, en Talavera siempre se ha mirado por encima del hombro a Toledo, cuyo único mérito es, según ésta, situarse en el centro de la provincia.
Pero, siendo objetivos, la verdad es que Talavera y Toledo siempre se han dado la espalda, sólo unidas por el Tajo y por la pertenencia a la misma provincia.
Desde época prehistórica, los talaveranos pertenecen al ámbito del pueblo de los Vetones (los celtas de los verracos de Ávila o de Castillo de Bayuela), mientras que Toledo pertenecía al área de los Carpetanos, que aunque celtas también, tenían más influencia ibera y menos preferencia por la ganadería. De hecho, el adjetivo carpetovetónico hace referencia a la mezcla de caracteres que definen la España profunda, lo carca.
El suelo y el terreno incluso son distintos, y hasta paradójicos, porque aunque Toledo está enclavado en un territorio calizo, se alza sobre un promontorio granítico; por su parte, Talavera, rodeada de granito y montes por todas partes, se sitúa sobre la vega del Tajo, en terreno llano.
Por eso no resulta extraña la rivalidad deportiva entre unos y otros, que no es más que la expresión de unas diferencias que, pese a todo, son minúsculas en comparación con lo que nos une: porque, lejos de ahondar en las peculiaridades, hace ya tiempo que los rencores ancestrales se limitan a los escasos grupos ultras de los respectivos equipos, que suplen con violencia su falta de materia gris.
Como curiosidad, hay que destacar que la rivalidad de los colores verde y azul de los equipos toledano y talaverano se remonta al Imperio Romano: el circo (que, recordemos, no es donde luchaban los gladiadores sino donde corrían los caballos, las bigas y las cuadrigas) levantaba tales pasiones que las familias, como hoy día, eran de un color o de otro hasta el punto de querer ser enterrados o incinerados con los colores de su equipo. En el Imperio Bizantino las carreras de carros dieron lugar a rivalidades que se convirtieron en auténticas rebeliones, como la de Niká, resueltas de forma muy sangrienta.
En fin, que hemos cambiado bien poco en estos dos mil años.
Os recomiendo la lectura de Tierra en los calcetines: en busca del Toledo perdido, un librito muy ameno que habla sobre la arqueología de Toledo, escrito en un tono informal y divulgativo, pero con rigor, por el arqueólogo puenteño Bienvenido Maquedano, en el cuál uno de los capítulos habla, precisamente, de esta rivalidad atávica entre Talavera de la Reina y Toledo.
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